"Si nos juntamos, fueron"


Será como dice Jorge?
“Si nos juntamos, fueron”



Por Jorge Asís (*)


Pasaron 26 meses y aún falta la eternidad de otros 22.


Consumido, casi desperdiciado el 55 % del mandato, la epopeya muestra síntomas prematuros de agotamiento. Estructurales problemas de credibilidad.


De pronto, “lo nuevo” se cae como un piano. Declina lo que se imponía hegemónicamente. El entusiasmo deriva en pesimismo. En presagio de otra fatalidad.


No se acierta en el ordenamiento mínimo de la economía. La inflación gana la batalla y la guerra. El Esquema Ponzi Institucional se estrella otra vez en la vieja utopía del endeudamiento continuo. Por si no bastara, en el horrible verano de 2018, se disponen a derrochar el capital artificial de la ética.


Los protagonistas distan de igualar la magnitud de los escándalos anteriores. Pueden superarlos. Ser peores.


De todos modos cuesta aceptar que el Tercer Gobierno Radical mantenga hoy la profundidad de campo del departamento de un ambiente.


En contrafrente. Con vista al vacío.


Estampitas venerables


Hasta mediados de diciembre del año anterior, el poder formaba parte del inventario del Colectivo Cambiemos. Al menos hasta el horizonte de 2023.


Restaba especular sobre quién iba a suceder a Mauricio Macri. El Premier Marcos Peña, El Pibe de Oro, o la gobernadora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.


De tan agrandados se lo descartaba a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.


El juego admitía martingalas intermedias. Por ejemplo llevarla a María Eugenia, en 2019, para la vice. Para repetir la fórmula exitosa de 2011 en el Maxi Quiosco del Artificio Autónomo. Macri-Vidal. Con el objetivo de preparar a La Chica de Flores para la sucesión presidencial, en 2023. Pero sólo por un período.


Importaba ahora rescatarla a María Eugenia de la trampa fatídica de la provincia (inviable) de Buenos Aires. Trampera en la que se incrustó, por último, Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.


Se extendía la idea de cederle la gobernación a Marquitos. Para que se entrene en la gestión, sin la tutela permanente de la dupla. Lopetegui y Quintana. Luces de Ojos. Uno y Dos.


Quien no aparecía en la pantalla era Horacio, porque Mauricio se disponía a exterminarlo. El secreto público del Colectivo Cambiemos. Aunque Geniol les resolviera situaciones delicadamente puntuales del plano nacional (y provincial). Trasciende que hay ministros nacionales (y provinciales) en condiciones espirituales de venerar la estampita de Horacio, el Santo Protector que se encargaba puntualmente de hacerles la vida más dulce con su palabra persuasiva y espiritual (pero sólo a determinados ministros y secretarios. Nunca a todos).


Sin embargo al Ángel lo motivaba la idea de obstaculizarlo a Geniol. De frenarle el ímpetu reelectoral en el Maxi Quiosco. Y de trabarlo ya no sólo con Martín Lousteau, El Personaje de Wilde, que logró su anhelo de ser aceptado, al fin, como macrista.


Debía Mauricio promover también a otro calvo, que aún no tiene su edición de estampitas venerables. Es el Superministro Guillermo Dietrich, que inspira, entre tantas, la Revolución de los Aviones, a través del avioncito viejo y único de Flybondi y los dos mostradores situados en el Aeropuerto de El Palomar.


Sin descartar tampoco las sobreactuaciones de la señora Patricia Bullrich, La Piba Rambo. Tan esperanzada con su actualidad como para mandarse a medir con centímetros profesionales. Es que La Rambo también le apunta, calladita, al Maxi Quiosco, aunque El Ángel la mantenga sentada en el banco de suplentes. Hasta cuando no pueda sostener más las desventuras ocasionadas por Jorgito, en Trabajo. El ministerio que La Rambo supo ocupar durante el Segundo Gobierno Radical, con el mérito de haberlo enfocado a Hugo Moyano, El Charol, el nuevo Mal.


Una lástima que el poder inventariado del Colectivo Cambiemos estuviera sostenido sobre pilares jónicos de flan Ravanna.


En diciembre mismo la fortaleza del Ángel ya comenzó a ceder. En enero se le desvanecía el respeto a su gobierno.


Les crecía, junto a los precios, la subestimación. Y les descendía lo que más cuidaban. La imagen.


De pronto el Ángel se exterminaba solo. Insistía en la intensidad del reposo, con sistemática continuidad.


Renovación de “lo viejo”


Para los peronistas perdonables, los dadores voluntarios de gobernabilidad, la caída del Ángel era una sorpresa indeseable.


Creían que apenas podían aspirar, de máxima, a acompañarlo en la fórmula. Ser la invención de otra “pata peronista”.


Y de repente debieron darse cuenta que el muchacho comenzaba rápidamente a fallar.


Entonces un peronista cultural, bastante menos perdonable y para nada republicano, dijo: “Si nos juntamos, estos fueron”.


Pero quien resumió el sentimiento que se elevaba fue Alberto Rodríguez Saá, El Colibrí. gobernador del Estado Libre Asociado de San Luis.


El Colibrí supo despertar a los peronistas abatidos con la contundencia de una cita memorable, expuesta en un video casero.


“Hay 2019”.


Consta que los peronistas, de a uno, son todos individualmente cuestionables.


Es el atributo que hace fuerte, entretenido y casi inmortal al peronismo.


Cada peronista, perdonable o de los peores, conoce los puntos vulnerables del otro peronista que en simultáneo descalifica.


Otro atributo superior de los peronistas cuestionables es la pituitaria sensibilizada. Les facilita captar exactamente la pérdida del poder de quien lo detenta. Maravillas del olfato.


Ante la intensa declinación de “lo nuevo” que no acierta, “lo viejo” opta por renovarse. Improvisa fotografías.


“Cualquier cacatúa” de tango se imagina, a sí mismo, como gran conductor.


Se juntan precipitadamente para rosquear y entonar la marchita unificadora.


Al asomarse, los peronistas cuestionables que sobreviven, se multiplican y se muestran renovados. Sin percibir que aportan extraños sorbos de aire para que “lo nuevo”, que estaba en la lona, respire. Ventajas del efecto comparativo.


“Dejamos atrás el populismo”


En las módicas presentaciones de la gira europea, El Ángel Exterminador trataba de entusiasmarse con la insustancialidad del relato.


Se equivocaba y no había que molestarlo. Dejarlo tranquilo en el error. Conformarlo con otras fotografías de colección.


Creía conquistar el mundo que no entendía (y que ya ni siquiera existía).


Pobre Ángel: Ilusoriamente abría su corazón mientras los representantes de países se lo cerraban en la cara.


Pero lo aplaudían, lo palmeaban. Lo veneraban. Pero no le confiaban monedas.


El Angelito reivindicaba su epopeya sostenida por el antikirchnerismo.


Celebraba, según su cuento, “el esfuerzo de toda la sociedad”.


Era protagonista del “cambio” mientras el populismo, “lo viejo”, se desterraba.


Los que impugnaban su enternecedora insustancialidad se aferraban a una “lógica de 50 años atrás”. Lo pontificaba el ministro Avelluto. Ingenioso pensador peñista que supo definirlo a Mauricio: “Es lo más viejo de lo nuevo”.


Con la dialéctica oral podía simularse, incluso, hasta la propia caída.


Y don Jaime Durán Barba, con la altivez intelectual del superado, atenuaba el efecto del derrumbe.


“Era previsible, pensé que a esta altura íbamos a estar peor”.


El Maestro daba vuelta el descalabro planificado.


Como La Doctora ya no alcanzaba para cubrir la representación del Mal, se necesitaba encontrar otra imagen superadora.


Y ahí estaba Moyano, El Charol, casi retirado, en pantuflas y frente al televisor. Convertido en el adversario ideal para plantarlo en el primer plano. Para aplicarle los focos y rigores de La Mafia del Bien. Aunque se enterraran, irresponsablemente, en el fango blando de la ineptitud.


(*) Periodista y escritor - Publicado en JorgeAsisDigital.-

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