Reflexión de verano



De incluido a excluidor

Cuando Carlos Idaho Gesell venció a las hormigas y domo las dunas, convocó, primero a sus paisanos alemanes, a instalarse en su reciente creada ciudad, para aquel entonces un páramo con un par de casas. No conforme con esa convocatoria, él mismo financió la radicación de “gallegos” y “tanos” en su comarca.

Su primer policía fue un paisano de Madariaga, y tuvo que convencer a la familia Antón para que se animara a traerle turistas con su empresa de micros. Esa ciudad que él creó, creció. 


Fue el reducto dónde se creo el rock nacional de la mano de Pajarito Zaguri y Moris; albergo al cineasta Rodolfo Khun con su película Los Inconstantes con uno de los primeros desnudos en sus playas; llegaron hippies de todo el país y sus campings albergaban a jóvenes y adolescentes en busca de una libertad negada en otros lares. Carlos Idaho Gesell, fue un pionero y un hombre “inclusivo”. El sabía que su esfuerzo no llegaría a ningún lado si no incluía a la mayor cantidad de gente posible. Carlos no creó un balneario “exclusivo”. Lo “exclusivo” es excluyente, lo exclusivo separa, lo exclusivo discrimina. 

Por eso, no se entiende el comportamiento de aquellos que fueron “incluidos” y que han pasado a convertirse en “excluidores”, si se me permite el término. Ha pasado mucho tiempo desde aquella lejana década del sesenta del siglo pasado. Hoy, “la Villa” tiene pioneros, nacidos y criados (nyc) y veraneantes. Los pioneros, sobre todo, fueron los “incluidos” por Don Carlos, los nyc se dividen en dos categorías -según ellos mismos destacan- los que descienden de los pioneros, y los que descienden de la mano de obra que se asentó en la ciudad para hacerla y construirla: “los negros”, “los villeros”, los que se quedaron a vivir en el suburbio geselino; el “gran Gesell” podría llamarse, ahí detrás de “la Carmencita”, pasando el Boulevard , e incluso, más allá de Circunvalación y lindante a la ruta 11. 

Entre todos construyeron la ciudad balnearia que es Villa Gesell. Durante mucho tiempo, vaya a saber por qué raro designo, un sector de los nyc, creyeron estar gestando un lugar exclusivo, por eso, hoy putean el crisol de veraneantes. A diferencia de Mar del Plata, donde algún mal nacido bautizó como “la popular” a la playa a la que concurría el pueblo, o sea “los cabecitas”, en aquella década peronista del cincuenta, en Gesell no hay una playa “popular”. El propio pueblo se encarga de apoderarse de lo público, y entonces, surge la discriminación del “excluyente” que antes fue un “incluido”. La recontra super camioneta Dodge, que ahora pagará un canon especial por ser un artículo suntuoso, se cruza con el auto más vendido en el 2013: el VWGol. “El chico Gol”, con su baúl estereofónico, estaciona en el cool de sac de cada balneario geselino junto a la Cherokke y la Mercedez, ataviadas con sus tablas de surf o tirando un cuatriciclo; el “chico Gol”, es producto de la década ganada, es el resultado de una política de estado inclusiva, es el pibe que se rescato y que se pudo rescatar, el “chico gol” es el fruto de romperse el orto laburando pero que desde el Estado se acompañó con políticas que permitieron su crecimiento. 

El chico gol esta ahí para que vean que el es un par suyo, ni peor ni mejor, un igual con gustos distintos. En lo personal, no me gusta la música que sale de sus baúles, pero eso poco importa, lo que quiero destacar es la actitud fachista y discriminatoria de los “excluyentes” que fueron “incluídos” con lo “popular”. Aquella Mar del Plata peronista de los cincuenta se asemeja a esta Gesell kirchnerista del siglo veintiuno. El pueblo llegó para quedarse. Carlos Idaho Gesell estaría feliz de que tanta gente llegue a su creación, por que él fue el primero en incluir, flaco favor le hacen aquellos que dicen haberlo conocido y que fueron “incluidos” y se han convertido en “excluyentes”.

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