Escribano. No, ese no. El otro Escribano

Les cuento, estoy adquiriendo el Diario Tiempo, para hacerme de la colección de la reedición del Diario La Opinión, más por nostalgia -era el diario leído por mi viejo en aquellos años- que por afán coleccionista. Resulta entonces que vengo leyendo cada una de las reediciones, de las que me entretiene mucho leer las publicidades, hasta que al toparme con la edición reimpresa del editado un 29 de mayo de 1973, leo la noticia de un oficio religioso que llevaría adelante el Padre Mugica con motivo de cumplirse el primer aniversario de la muerte de dos "guerrilleros" militantes montoneros asesinados por la Policía de la provincia de Buenos Aires en la localidad de Adrogue. La nota transcribe una carta de uno de ellos, escrita a sus padres desde la clandestinidad. La comparto con ustedes por la vigencia que encuentro en sus palabras a treinta y nueve años de haber sido escrita.

Es increíble como la sociedad individualista en la que nos hemos criado deforma a las personas, como cuesta desprenderse de todas esas lacras que arrastramos de varias generaciones, pero también es increíble ver como puede crearse, cuando predominan otros valores y otra moral, un hermoso concepto de solidaridad humana, de la hermandad. Y lo más lindo de todo esto es porque la historia no se detiene y nuestro hijos o nuestros nietos gozarán de esa sociedad más justa de la que nosotros estamos privados.
Si algún día llagan a entender bien o a sentir como propio lo que yo elegí, pienso que se quedaran bastante tranquilos o al menos, de alguna forma, llegarán a ser felices como yo, no porque me haga felíz esta vida, sino por la inmensa alegría de saber que todavía somos capaces de hacer algo por nuestro prójimo. Creo que lo más importante no es pensar si hoy o mañana nos vamos a morir, sino pensar cada noche si durante el día hicimos todo lo posible para seguir construyéndonos como hombres, como seres humanos. Si es así, no me importa que dure hasta mañana, pasado o hasta siempre, porque prefiero una conciencia limpia, aunque me dure tres meses y no la mera subsistencia, en la indiferencia y el desprecio a lo que nos rodea. 
Jorge Juan Escribano, militante montonero, Presente! Ayer, hoy y siempre!

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