Repaso de la semana y lo que viene



Los viejos amores que no están, la ilusión de los que perdieron, todas las promesas que se van, y los que en cualquier guerra se cayeron. Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia…La Memoria, esa magistral canción de León Gieco se escuchó más que nunca el último miércoles. Retumbaba en radios, la TV y especialmente en los parlantes desplegados en la Plaza de Mayo para matizar la espera de las decenas de miles de manifestantes que concurrieron a los dos actos por el Bicentenario de la Argentina.

Es que como la diversidad siempre gana las calles a la hora en que nos manifestamos por el tema que fuere hubo un acto oficial por la Memoria y otro ninguneado por el kirchnerismo cuyas columnas de manifestantes en un momento determinado confluyeron en el mismo espacio pero todos los que convocaron (organismos y entidades defensoras de los derechos humanos, partidos políticos y hasta la gente movilizada de forma independiente) hallaron la manera de que todo transcurriera en paz como sucedió.

 Aunque por algunos momentos el clima que se generó porque unos tenían espacio suficiente y los otros debían abrirse paso casi a los empellones por el costado de la Plaza (calle Rivadavia) hizo suponer a los periodistas que cubrimos las marchas que alguien que tirara una bombita de estruendo de más y al sector equivocado pudo haber generado una gresca y corridas que afortunadamente nadie propició.

Porque todos quienes movilizaron: Estela de Carlotto, Adolfo Pérez Esquivel, Hebe de Bonafini, Marcelo Ramal y Néstor Pitrola (Partido Obrero), Vilma Ripol (MST), Cristian Castillo (MTS) o Myriam Bregman (Ceprodh-Justicia ya!), insistimos, todos resumidos en estos nombres, hicieron prevalecer el espíritu de la conmemoración para converger contra el golpe del ’76 y los años de dictadura.

Dolió y mucho no ver dirigentes, legisladores y barras de la UCR, el Socialismo o la Coalición Cívica en las marchas. No se comprende esas ausencias en una fecha tan ligada a la memoria. Sobre todo la del radicalismo. Quien suscribe este Panorama es radical y siempre me enorgullezco cuando cantamos “Somos el juicio a las juntas” y remarcamos “yo no indulté”. Aún con todas las flaquezas que pudo haber tenido la gestión l983-’89 porque las presiones eran enormes.

Más de una vez escribimos en nuestros panoramas que, entre 1983 y 1989, los oficiales que venían de conducir al país durante la dictadura aún estaban a cargo de unidades militares en distintos puntos del país. Para que declararan había que ir a buscarlos a los cuarteles.

 “El engaño y la complicidad, de los genocidas que están sueltos, el indulto y el punto final, a las bestias de aquel infierno. Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia. La memoria despierta para herir, a los pueblos dormidos que no la dejan vivir libre como el viento...”. Fue la mayor convocatoria de los últimos años para repudiar el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 cuando Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti y Emilio Eduardo Massera dieron inició a la dictadura más atroz y genocida que hubo en la Argentina.

Sorprendió la gran cantidad de jóvenes y niños. Fue muy emotivo ver familias enteras, hijos de los tiempos de la Democracia que irrumpió con Raúl Alfonsín en 1983. El Juicio a las Juntas de aquella gestión encabezada por el político del que se cumplirá un año de su fallecimiento el próximo miércoles 31 de marzo, sentaron las bases e hicieron posible que tras la decisión política de Néstor Kirchner en 2003 de ir a fondo con los Juicios por la Verdad fuera sentándose a uno por uno de los represores en el banquillo de los acusados.

Pero primero hubo que pasar por la derogación de las leyes del perdón (de obediencia debida y Punto Final), la declaración de imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad y la derogación de los indultos que firmó Carlos Saúl Menem.

Una vez que Néstor Kirchner expuso su idea y pidió a la justicia que pusiera manos a la obra para acelerar las causas en los juzgados federales, Alfonsín tuvo la grandeza y humildad de remitir una carta a los legisladores radicales para instarlos a que aprobaran la derogación de las leyes del perdón porque la Argentina estaba en condiciones de juzgar a los represores sin que los gobernantes tuvieran que ser víctimas de la presión que sufrió el ex presidente radical en la segunda mitad de los años ’80.

“Los desaparecidos que se buscan, con el color de sus nacimientos, el hambre y la abundancia que se juntan, el mal trato con su mal recuerdo. Todo está clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia…”

30 mil desaparecidos. Miles de represores involucrados en la feroz represión de la dictadura aún sin ser juzgados. El balance y la balanza parecieran inclinarse para el lado de los victimarios. Los organismos y entidades defensoras de los derechos humanos tienen razón cuando se quejan. La Presidenta también.

Pero no es menor el dato de que ya se juzgó -a partir del 2003- y están encarcelados los emblemáticos genocidas Miguel Etchecolatz, el cura Christian Von Vermich, Luciano Benjamín Menéndez y Antonio Domingo Bussi quienes siguen siendo convocados a declarar por causas entrecruzadas de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad en sus respectivos distritos

Sucede que en distintas instancias de la Justicia los magistrados dilatan el tratamiento de las causas para beneficiar a los represores que en la mayoría de los casos superan los 70 años. Virtualmente, hasta habría un acuerdo entre jueces y genocidas que les aseguraría una muerte sin juzgamiento. Sucede en Mendoza donde en medio de las disputas por la implementación de la nueva ley de medios audiovisuales irrumpe en escena el camarista  Otilio Romano. Allí no hay novedades con los juicios a los represores.

“Dos mil comerían por un año, con lo que cuesta un minuto militar. Cuántos dejarían de ser esclavos por el precio de una bomba al mar. Todo está clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia. La memoria pincha hasta sangrar, a los pueblos que la amarran y no la dejan andar libre como el viento...”

  El citado camarista mendocino que denunció “presiones de los organismos de derechos humanos” para que no confirme la suspensión de la ley de medios, está acusado de complicidad con torturas, violaciones y saqueos de bienes durante la Triple A y la dictadura militar. Este ejemplo sirve para comprender el por qué de la rémora en los Juicios Por la Verdad en la zona de Cuyo, una realidad que se repite en muchos rincones del país.

Y en los juzgados que llevan adelante las causas en el ámbito metropolitano porque en medio de los reclamos aflora cada vez más la verdad en el caso de los hijos adoptivos de la dueña del diario Clarín, Ernestina Herrera de Noble a la que Estela de Carlotto ya no duda ni tiene temor de considerar como “apropiadora”. La titular de Abuelas de Plaza de Mayo recibió visiblemente emocionada de parte de Cristina Fernández de Kirchner un respaldo “clave” para la definición del culebrón.

En la ex Esma, hoy Espacio de la Memoria, la mandataria asumió públicamente el último 24 de marzo, el compromiso de que la acompañará a realizar las presentaciones ante tribunales y organismos internacionales si la justicia de nuestro país persiste en su actitud de no ocuparse de la causa. CFK apuntó sus dichos a los miembros del Tribunal de Casación que dilatan el caso y decidieron suspender el cotejo de ADN de Marcela y Felipe Herrera de Noble con las muestras genéticas con que cuenta el Banco Nacional de Datos Genéticos.

Las Abuelas de Plaza de Mayo están decididas a acudir a la Corte Suprema de Justicia que es, hasta el momento, espectadora del virulento cruce del Grupo Clarín con el Gobierno por la ley de medios audiovisuales y por los casos de Marcela y Felipe, los nietos “apropiados” por Herrera de Noble. Tarde o temprano la Corte va a tener que intervenir, hasta se habló de la intención de sentar en una misma mesa a los representantes de las dos partes en pugna.

Con el compromiso público de la Presidenta los magistrados no deberían sentirse cómodos como meros espectadores de los pleitos mediáticos y por la causa de los hijos de la empresaria. Está todo muy entremezclado. Todo pareciera tener que ver con todo y la Corte Suprema ya debate qué hacer con ambas brasas calientes, al rojo vivo.

“Todos los muertos de la A.M.I.A. y los de la Embajada de Israel, el poder secreto de las armas, la justicia que mira y no ve. Todo está escondido en la memoria, refugio de la vida y de la historia. Fue cuando se callaron las iglesias, fue cuando el fútbol se lo comió todo, que los padres palotinos y Angelelli, dejaron su sangre en el lodo. Todo está escondido en la memoria, refugio de la vida y de la historia…”

 Es difícil de abordar periodísticamente el tema derechos humanos cuando en el medio hay una durísima puja entre el multimedios de Herrera de Noble y los medios radiales, televisivos y diarios líderes. Pero no existen dudas de que Eduardo Duhalde no pudo asomar en la arena política para instar a la desmemoria y a cerrar la página de los juicios a los represores si no tuviera el auspicio de Clarín.

 No podría proponer una Argentina para los que no quieren a (Jorge Rafael) Videla y para los que sí lo quieren si no fuera alentado a hacerlo, por citar un ejemplo, por Joaquín Morales Solá, el hombre afectado por Clarín para la cobertura del Operativo Independencia en Tucumán que trabajó también para la Gaceta de esa provincia y escribía el panorama político del gran diario argentino en tiempos de la dictadura. Y hasta fue condecorado por Antonio Domingo Bussi.

También se desvive en elogios para el ex presidente interino que huyó despavorido de la Casa Rosada tras los asesinatos de los líderes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, el colega Alfredo Leuco en radio Continental, dinosaurio que fuera subdirector de la revista Somos.

Ese semanario oficiaba de vocero del gobierno de la dictadura y en ese medio, Leuco, en los años de gestión de Raúl Alfonsín tuvo la osadía de considerarlo corrupto y hasta llegó a escribir el libro “Los herederos de Alfonsín” que estuvo destinado a minar la gestión del presidente radical, sus funcionarios y dirigentes de mayor renombre (Enrique “Coti” Nosiglia, Federico Storani, Carlos Becerra, Luis “Changui” Cáceres y otros).

En Somos, Alfredo Leuco y su cuerpo de periodistas al servicio de la dictadura se preguntaban si no era mucho hablar de 30 mil desaparecidos. ¿No serán nueves mil?, escribían. 

Duhalde no se atrevería a tanto si no cuenta con el respaldo de los medios de Herrera de Noble. Hace las veces de profiláctico del multimedios en medio del enfrentamiento que existe con los K y mezcla todo. Está tan sediento de venganza con Néstor Kirchner que no tiene reparos en orinar en tantos años de lucha de las Madres, Abuelas, Hijos, y Nietos de Plaza de Mayo para transformarse hasta en pro defensor de la figura de Jorge Rafael Videla. Miserable. ¿Se puede caer tan bajo? Sí. Duhalde demuestra que sí.

“La memoria estalla hasta vencer, a los pueblos que la aplastan y que no la dejan ser libre como el viento. La bala a Chico Méndez en Brasil, 150 mil guatemaltecos, los mineros que enfrentan al fusil, represión estudiantil en México. Todo está cargado en la memoria, arma de la vida y de la historia…”

“América con almas destruidas, los chicos que mata el escuadrón, suplicio de Mugica por las villas, dignidad de Rodolfo Walsh. Todo está cargado en la memoria, arma de la vida y de la historia. La memoria apunta hasta matar a los pueblos que la callan y no la dejan volar libre como el viento”.

El final de “La Memoria”, de León Gieco nos indica que asoma la etapa de definición sobre las causas por crímenes de lesa humanidad y la que tiene que ver con los hijos de Herrera de Noble. Un día la Justicia va a tener que dar su veredicto y sentencia. Por algo Estela de Carlotto ya no siente temor de asegurar que la dueña de Clarín es “apropiadora”. Y alguna vez tendremos que recibir noticias sobre el paradero de Jorge Julio López y deberá dilucidarse qué pasó con Luciano Arruga.

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